Como se cumplen 300 años de la fundación de la Real Academia Española de la lengua están apareciendo algunas noticias sobre la "docta casa" en los medios. La semana pasada, Alex Grijelmo escribió un
artículo sobre el proyecto del Diccionario histórico.
En clase, como estamos siempre al pie de la noticia, hemos trabajado el texto de Alex Grijelmo. Entre otras cuestiones y por dar la nota hemos pedido que opinen sobre cómo serán los "lexicógrafos" ;
¿Cómo serán los lexicógrafos? ¿Tendrán
orejas? ¿Les gustará el baloncesto o la petanca? ¿Se montarán en autobuses?
¿Habrá algo que los identifique?
y, como son tan graciosillos y graciosilllas han puesto cosas como estas:
“Pues seguramente tengan un poco pinta de
venir de otra época, con la camisa bien planchada y una madre a la que ir a ver
los domingos para que le haga una paella.”
A.R.L.
¿Cómo serán los lexicógrafos? Verdes, seguro. ¿Tendrán orejas? No, no son
humanos. ¿Les gustará el baloncesto o la petanca? Son mas de jugar a las
cartas. ¿Se montarán en autobuses? Siempre van en globo a todos lados. ¿Habrá
algo que los identifique? Es imposible, viven entre nosotros y apenas lo
notamos.
C.S.A
Seguro que tienen barbita y cara seria. Son reconocibles por estar siempre
cerca del edificio de la RAE, con diccionarios y papeles viejos en las manos.
L.G.G.
Yo me los imagino como personas distinguidas y con muchos estudios sobre el
tema. Ah, y muy pacientes también.
M.M.L.
Yo me los imagino como lo típicos empollones de sótanos, que sueñan y comen
con palabras. Quien sabe si tendrás hijos o hobbies. Quizá solo se dediquen a
su trabajo, lleven gafas de culo de vaso, y susurren en sueños que la lengua
gallega proviene del latín. Está claro que una vida normal no llevan, ya que se
dedican a recopilar palabras, incluso con una exigencia de tiempo. O quizá en
su tiempo libre sean Batman. Quien sabe, nunca he conocido a ninguno. Cuando lo
conozca, te lo cuento.
Quien sabe, quizá los llamemos lexicógrafos y sean todo mujeres.
M.P. H
Como no he tenido el gusto (o disgusto) de encontrarme con ningún
lexicógrafo, puedo imaginarlos a ellos, como unos seres estirados, de aspecto
sibarita, de pajarita y boina, con unos castellanos como zapatos y pelo
engominado, usando una chaqueta a botones a juego con los pantalones y la mitad
de ellos con caras de vivir con sus progenitores. ¿Y a ellas?
Ellas, un híbridos entre una maruja de radiopatio y una pedante de la vida.
con gafas de pasta exagerada, colocadas a media altura del perfil de sus
narices aguileñas, sujetadas las gafas por las cadenas que toda abuela lleva en
sus “imprescindibles del día”, con peinados enlacados y labios con un color
rojo ruso intenso.
A nuestros lexicógrafos los imagino en sus momentos de recreo en el
interior de un salón enorme con apariencia de biblioteca, y en medio una gran
chimenea, la cual cada pinzado-lexicógrafo arroja a la lumbre, ataviado y con
atuendos de secta prosatánica, un papelito escrito con una “palabra o conjunto
de intento de ellas”, como el “””Ola ke ase””” o “””Tekiero prinsesa”””
finalizado con una carcajada del susodicho, digna de cualquier malo malísimo de
una película de Disney.
P.M.V.
Los lexicógrafos a mi parecer deberían ser personas afiliadas a la RAE y
con un grado de experiencia notable, ya que la tarea no es nada fácil.
Dispondrán de un par de orejas (como todo ser humano), a no ser que hubieran o
hubiesen perdido una o ambas en alguna discusión lingüística. En cuanto a que
deporte les gustara mas, opino que la petanca se adaptara mas a sus
limitaciones, ya que estos hombres/mujeres serian de avanzada edad.
En autobuses no creo que se monten, ya que tendrán algún que otro coche
oficial. Se les identificara por el uso de complementos tales como: llevar
barba, utilizar gafas, llevar maletines y otros accesorios que den lugar a
pensar que esa persona es intelectual
C.P.A.
Sin caer en la generalización de que deben ser tipos calvos con gafas
de culo de vaso y traje anticuado, me inclinaría a decir que los lexicográficos
deben ser personas con una carrera en filología y posiblemente con doctorado ya
que debe apasionarle la lengua española. También deben ser personas
normales que deben tener diferentes pasiones aparte de la mencionada. Aunque es
evidente que van al trabajo trajeados y discuten airadamente.
P.C.L.
Después de leer esto último no tengo más remedio que hablarles, otro día, de María Moliner.