lunes, 7 de octubre de 2013

Diccionario histórico

Como se cumplen 300 años de la fundación de la Real Academia Española de la lengua están apareciendo algunas noticias sobre la "docta casa" en los medios. La semana pasada, Alex Grijelmo escribió un artículo sobre el proyecto del Diccionario histórico.

En clase, como estamos siempre al pie de la noticia, hemos trabajado el texto de Alex Grijelmo. Entre otras cuestiones y por dar la nota hemos pedido que opinen sobre cómo serán los "lexicógrafos" ;


¿Cómo serán los lexicógrafos? ¿Tendrán orejas? ¿Les gustará el baloncesto o la petanca? ¿Se montarán en autobuses? ¿Habrá algo que los identifique?

y, como son tan graciosillos y graciosilllas han puesto cosas como estas:

“Pues seguramente tengan un poco pinta de venir de otra época, con la camisa bien planchada y una madre a la que ir a ver los domingos para que le haga una paella.”
A.R.L.
¿Cómo serán los lexicógrafos? Verdes, seguro. ¿Tendrán orejas? No, no son humanos. ¿Les gustará el baloncesto o la petanca? Son mas de jugar a las cartas. ¿Se montarán en autobuses? Siempre van en globo a todos lados. ¿Habrá algo que los identifique? Es imposible, viven entre nosotros y apenas lo notamos.
C.S.A

Seguro que tienen barbita y cara seria. Son reconocibles por estar siempre cerca del edificio de la RAE, con diccionarios y papeles viejos en las manos.
L.G.G.

Yo me los imagino como personas distinguidas y con muchos estudios sobre el tema. Ah, y muy pacientes también.
M.M.L.

Yo me los imagino como lo típicos empollones de sótanos, que sueñan y comen con palabras. Quien sabe si tendrás hijos o hobbies. Quizá solo se dediquen a su trabajo, lleven gafas de culo de vaso, y susurren en sueños que la lengua gallega proviene del latín. Está claro que una vida normal no llevan, ya que se dedican a recopilar palabras, incluso con una exigencia de tiempo. O quizá en su tiempo libre sean Batman. Quien sabe, nunca he conocido a ninguno. Cuando lo conozca, te lo cuento.
Quien sabe, quizá los llamemos lexicógrafos y sean todo mujeres.
M.P. H

Como no he tenido el gusto (o disgusto) de encontrarme con ningún lexicógrafo, puedo imaginarlos a ellos, como unos seres estirados, de aspecto sibarita, de pajarita y boina, con unos castellanos como zapatos y pelo engominado, usando una chaqueta a botones a juego con los pantalones y la mitad de ellos con caras de vivir con sus progenitores. ¿Y a ellas?
Ellas, un híbridos entre una maruja de radiopatio y una pedante de la vida.
con gafas de pasta exagerada, colocadas a media altura del perfil de sus narices aguileñas, sujetadas las gafas por las cadenas que toda abuela lleva en sus “imprescindibles del día”, con peinados enlacados y labios con un color rojo ruso intenso.

A nuestros lexicógrafos los imagino en sus momentos de recreo en el interior de un salón enorme con apariencia de biblioteca, y en medio una gran chimenea, la cual cada pinzado-lexicógrafo arroja a la lumbre, ataviado y con atuendos de secta prosatánica, un papelito escrito con una “palabra o conjunto de intento de ellas”, como el “””Ola ke ase””” o “””Tekiero prinsesa””” finalizado con una carcajada del susodicho, digna de cualquier malo malísimo de una película de Disney.
P.M.V.

Los lexicógrafos a mi parecer deberían ser personas afiliadas a la RAE y con un grado de experiencia notable, ya que la tarea no es nada fácil. Dispondrán de un par de orejas (como todo ser humano), a no ser que hubieran o hubiesen perdido una o ambas en alguna discusión lingüística. En cuanto a que deporte les gustara mas, opino que la petanca se adaptara mas a sus limitaciones, ya que estos hombres/mujeres serian de avanzada edad.
En autobuses no creo que se monten, ya que tendrán algún que otro coche oficial. Se les identificara por el uso de complementos tales como: llevar barba, utilizar gafas, llevar maletines y otros accesorios que den lugar a pensar que esa persona es intelectual
C.P.A.

Sin caer en la generalización  de que deben ser tipos calvos con gafas de culo de vaso y traje anticuado, me inclinaría a decir que los lexicográficos deben ser personas con una carrera en filología y posiblemente con doctorado ya que debe apasionarle la lengua española. También deben ser  personas normales que deben tener diferentes pasiones aparte de la mencionada. Aunque es evidente que van al trabajo trajeados y discuten airadamente.
P.C.L.


Después de leer esto último no tengo más remedio que hablarles, otro día, de María Moliner.

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